domingo, 21 de febrero de 2010

Common People

"You'll never live like common people,
You'll never do whatever common people do,
You'll never fail like common people,
You'll never watch your life slide out of view,
and then dance and drink and screw,
because there's nothing else to do.
"

A veces me impresiona el resentimiento que existe en la sociedad entre diferentes clases sociales. Lo anterior es parte de lo que dicen en la canción de Pulp, "Common People", en dónde tratan de explicarle a la hija de un señor adinerado por qué nunca podrá vivir como gente normal. Es difícil explicarlo, pero nacer con todo lo que necesitas también presenta ciertas preguntas difíciles de contestar.

Por un lado, no es fácil decidir entre lo que quieres y lo que deberías de hacer. Desde mi punto de vista, tener la oportunidad de obtener una educación mejor a la del resto de la sociedad, presenta también una responsabilidad, no sólo para aprovecharla, si no también para usar los conocimientos adquiridos de forma responsable y en beneficio de lo que nosotros consideremos una causa justa y noble. Que la gente aproveche esa ventaja sólo para beneficio propio es otro tema, y hacer que cambien su forma de ver las cosas representa uno de los retos más grandes que existen. En mi opinión existen dos factores principales que provocan la división entre clases, una es el nivel educativo y la otra es el apego a las cosas materiales.

Pero existe también gente que no quiere tener una educación formal ni un gran trabajo y sin embargo, por lo que expliqué anteriormente parecen tener una obligación (tal vez moral) para hacerlo. El cliché de dejar todo para ir a vivir a la playa. ¿Es válido presionar a éstas personas para que su trabajo refleje su preparación y sus decisiones tengan el impacto que según algunos deberían? O tomar una decisión tan radical demuestra el deseo de cambiar y deberíamos de respetar lo que cada persona busca. ¿Está mal ser una persona que intencionadamente no sobresalga en nada si tienes todas las oportunidades para hacerlo? ¿Se está tratando de escapar de esa responsabilidad? O se está escapando del materialismo y elitismo de la sociedad para buscar otra forma de vida.

Claro, el poder económico te puede facilitar tener una repercusión importante en la sociedad y siendo una persona responsable, ese impacto podría ser muy favorable para una sociedad, pero la mayoría de la gente generalmente no piensa en eso, si no en aumentar su poder económico. Por el otro lado vivir con sólo lo necesario cuando es posible tener más que eso es muy admirable y considero que más gente debería de hacerlo; evitar el materialismo. Pero es posible y necesario que al hacerlo, busquemos no dejar de influenciar a la gente alrededor de nosotros. Para seguir con el cliché de la playa, si vas a dejar todo para irte a vivir a la playa, no pongas un bar. Pon una escuela. O si la docencia no es lo tuyo aprovecha tu capacidad y preparación para ayudar a la gente que tiene un proyecto que no puede llevar a cabo.

Llámenme utópico pero el cambio voluntario de una clase social alta a una media, mejoraría la calidad de vida de una cantidad inimaginable de gente. Y podría apostar a que ese cambio y desapego de lo material haría a la gente mucho más feliz.

martes, 19 de enero de 2010

Máquina Suicida

¿Alguna vez has pensado en desaparecer de Facebook, twitter o MySpace?
Algunas personas sienten que pierden demasiado tiempo en cosas que tienen muy poca importancia cuando podrían estar haciendo algo más productivo o por lo menos más importante para ellas. ¿Por que escribir en el perfil de otra persona 23 veces al día en lugar de juntarse a tomar un café?
Ahora existe una página que te ofrece desaparecer tu cuenta, eliminar todas tus conexiones y actividades.
La página: suicidemachine.
Ahí hay una descripción de cómo lleva a cabo la desaparición de las cuentas. Por ejemplo, en Facebook:

# Acceder a tu cuenta
# Cambiar tu password y tu foto de perfil
# Excluir tu cuenta de las búsquedas
# Eliminar todas las notificaciones por e-mail
# Eliminar a todos tus amigos
# Eliminar todos los grupos a los que perteneces
# Eliminar todos los "wall posts" (beta)
# Unirse al grupo "Social Network Suiciders"
# Salir de tu cuenta


En la sección de preguntas hay una que particularmente llama la atención y nos enseña el porque de una página de éste tipo.
¿Qué debo de hacer después de haberme matado con la web2.0 suicide machine?
Intenta llamar algunos amigos, ir a caminar a un parque o empezar a disfrutar de tu vida real otra vez. Algunos suicidas sociales reportan que sus vidas han mejorado aproximadamente un 25%. No te preocupes si sientes un vacío después de cometer el suicidio, es una reacción normal que desaparecerá poco a poco en las próximas 24-72 horas.

Yo todavía no decido si voy a usar esta herramienta. Estoy de acuerdo en que la gente pierde demasiado tiempo en las redes sociales, pero también son un gran medio de comunicación que nos permite estar en contacto con gente que no es tan cercana a nosotros. Hay gente que usa estas redes de forma muy moderada, pero también existen las personas que dedican varias horas de su día a mejorar en los simples juegos de la página o responder preguntas acerca de sus amigos y ponerlas en sus perfiles. ¡A esas personas definitivamente les recomendaría el suicidio!

miércoles, 6 de enero de 2010

Altruismo Biológico

A veces me pongo a pensar en cómo hemos evolucionado como especie, si lo hemos hecho en la dirección correcta o incorrecta. Si toda la industrialización y organización existente en estos días ha sido para bien o para mal. Si esto ha provocado y seguirá provocando desigualdades entre la gente o si realmente estamos procurando minimizarlas y lograr ayudar al prójimo. En una búsqueda de respuestas acudí a (lo adivinaron) "Google". Obviamente no encontré una respuesta directa a mi pregunta, pero encontré un artículo muy interesante acerca del altruismo en los animales.

En biología se considera que una especie está siendo altruista cuando lleva a cabo una acción en beneficio de alguien más, y hacer ésto representa un costo para sí mismo. A diferencia de lo que nosotros consideramos "altruismo" normalmente, para que se considere altruismo no se necesita estar consciente de que se está ayudando a otro. (Un buen punto de partida, ser altruista sin saber que lo eres.) Para un biólogo, son las consecuencias de las acciones en favor de la capacidad reproductiva lo que determina si la acción cuenta como altruista, no las intenciones, sin importar si existen o no, con las cuales la acción se lleva a cabo.

Resulta que existen varias especies que llevan a cabo actividades altruistas. Vampiros que al regresar a sus cuevas, vomitan parte de la sangre que obtuvieron para alimentar a otros que no encontraron comida, asegurando que no se mueran de hambre. Especies de pájaros que ayudan a parejas que tienen hijos pequeños, alimentándolos y protegiéndolos de depredadores, sin tener ninguna relación con ellos. Changos, que al detectar depredadores gritan para anunciar su llegada y lograr que otros se protejan, aunque al hacerlo se expongan ellos mismos. En colonias de insectos (como abejas y hormigas), los trabajadores estériles dedican su vida a proteger a la reina y obtener comida para ella, éstos trabajadores no se pueden reproducir, por lo que no salen beneficiados, pero dedican su vida a asistir a la reina para facilitar su reproducción. Un gran ejemplo de altruismo.

Si haces una búsqueda en Internet en cuanto a si vamos en la dirección correcta, encontrarás un gran numero de artículos acerca del gobierno, de las drogas y otros temas políticos y de negocios, pero muy pocos cuestionando lo que hemos hecho como civilización. Si éstos animales son capaces de protegerse unos a otros de tal forma y hacer actos altruistas tan magníficos sin estar conscientes de lo que hacen, ¿Cómo puede ser que nosotros, que vivimos en un mundo con una desigualdad social grandísima, no hagamos gran cosa por remediarlo?

A diferencia de los animales, nosotros sabemos perfectamente lo que está pasando con los demás, sabemos de las condiciones en las que viven y sin importar eso, las organizaciones mundiales y gobiernos se enfocan en otros temas, a pesar de que uno de sus objetivos sea erradicar la pobreza, parece que cada vez crecen más las desigualdades sociales y cada vez hacemos menos como individuos, para remediarlo. Parece que ahora esas tareas corresponden a instituciones y ONGs y no a nosotros. Claro, esas instituciones pueden tener un mayor alcance que tú sólo, pero ¿Que todos juntos? Si queremos prosperar como especie creo que deberíamos de dar un paso atrás. Olvidar optimizar los procesos y maximizar el alcance de nuestras empresas y voltear al lado de nosotros, que nuestra influencia se maximice en las personas con las que vivimos. En la gente marginada que no puede conseguir educación. Nosotros tenemos muchos más medios y muchas más áreas en las que ayudar que los animales, pero a veces parece que lo hacemos mucho menos.

Así que propongo intentar que pase con nosotros lo que mencioné anteriormente, hacer actos altruistas sin estar conscientes de que los estamos haciendo, sino como algo natural en nuestro comportamiento, a fin de cuentas, ¿Qué debería de ser más natural que ayudar a los demás?

Fuentes: http://plato.stanford.edu/entries/altruism-biological/

martes, 10 de noviembre de 2009

Los Que Mueven a México

Como mexicano uno de los temas que más me interesan es nuestro país; y una de las personas que mejor expresan lo que siento por él es Denise Dresser, una excelente periodista, autora del siguiente ensayo, el cual me parece extraordinario. Si no la conocen por favor léanlo, espero que lo disfruten tanto como yo.

Alguna vez, el periodista Julio Scherer García le pidió a Ernesto Zedillo que le hablara de su amor por México. Le sugirió que hablara del arte, de la geografía, de la historia del país. De sus montañas y sus valles y sus volcanes y sus héroes y sus tardes soleadas. El ex-presidente no supo qué contestar. Hoy es probable que muchos mexicanos tampoco sepan cómo hacerlo. Hoy el pesimismo recorre al país e infecta a quienes entran en contacto a él. México vive obsesionado con el fracaso. Con la victimización. Con todo lo que pudo ser pero no fue. Con lo perdido, lo olvidado, lo maltratado. Con la crónica de catástrofes; de corruptelas; de personajes demasiado pequeños para el país que habitan.

México padece lo que Jorge Domínguez, en un artículo en Foreign Affairs, bautizó como la “fracasomanía”: el pesimismo persistente ante una realidad que parece inamovible. La propensión colectiva a pensar que la corrupción no puede ser combatida; que los políticos no pueden ser propositivos; que la sociedad no puede ser movilizada; que la población no puede ser educada; que los buenos siempre sucumben; que los reformadores siempre pierden. Por ello es mejor callar. Es mejor ignorar. Es mejor emigrar.

Pero lo que nos congrega aquí hoy sugiere lo contrario. Por cada tache que se le pueda colocar a este país, existe una paloma. Más de 50 palomas. Frente a todos los motivos para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos. Frente a las razones para perder la fe en México estan todas las razones para recuperarla. La determinación de Lorena Ochoa. La pluma de Carlos Fuentes. La inteligencia de Mario Molina. El profesionalismo de Cristina Pacheco. El talento de Salma Hayek. La chispa de Diego Luna. La visión empresarial de María Asunción Aramburuzavala. La imaginación de Angeles Mastretta. El humor de Carlos Monsivaís. La tenacidad de Alejandra de Cima. Las canciones de Julieta Venegas. El espíritu democrático de Margarita Zavala. La creatividad de Julieta Fierro. La forma en la cual Alondra de la Parra conduce una orquesta o Rafael Márquez mete un gol. La labor filantrópica de Alfredo Harp Helú. El periodismo implacable de Miguel Angel Granados Chapa. La arquitectura de Teodoro González de León. La voz de Susana Zavaleta. Eugenia de León, Alejandro Fernández etc.

Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo del país colgado del corazón. Una lista larga, rica, colorida, voluptuosa, fragante. Una lista que debe comenzar con las palabras de la chef Marta Ortiz Chapa: “Siempre me gustó ser mexicana”. Una lista con la cual contener el pesimismo; un antídoto ante la apatía; una vacuna contra la desilusión. Una lista de lo mejor de México. Una lista para despertarse en las mañanas. Una lista para pelear contra lo que Susan Sontag llamó “la complicidad con el desastre”.


Una lista como la compilada por la revista “Quien” hoy, pero que en mi propio caso va más allá de ello para incluir todo lo que yo amo de mi país. Los murales de Diego Rivera. Las enchiladas, los tacos, etc. Las mariposas en Michoacán. El cine de Alfonso Cuarón. El valor de Emilio Alvarez Icaza. Los huevos rancheros y los chilaquiles con pollo. El mole negro de Oaxaca. Los libros de Elena Poniatowska. La decencia de Germán Dehesa. Los tacos al pastor con salsa y cilantro. El mar en Punta Mita. La poesía de Efraín Huerta. El Espacio Escultórico al amanecer. Cualquier Zócalo, cualquier domingo. Nuestro hermoso país lleno de riqueza y cultura.

La forma en que los mexicanos se besan y se saludan y se dicen “buenas tardes” al subirse al elevador. Las fiestas ruidosas los sábados por la tarde. La casa de Luis Barragán. Los amigos que siempre tienen tiempo para tomarse un tequila. Los picos coloridos de las piñatas. Las casas de Manuel Parra. Las bugambilias y los alcatraces y los magueyes. Las caricaturas de Naranjo y los cartones de Calderón. El helado de guanabana. La talavera de Puebla. Las fotografías de Graciela Iturbide. Los mangos con chile parados en un palo de madera. Las comidas largas y las palmeras frondosas. Las mujeres del grupo Semillas y las mujeres que luchan por otras – todavía – en Ciudad Júarez.

Y más allá de este recinto y este reconocimiento a cincuenta personas, habría que aprovechar la ocasión para pensar un momento en todos aquellos que también mueven a México. Sus habitantes. Ese país habitado por millones de hombres y mujeres mexicanas que se levantan al alba a prender la estufa, a preparar el desayuno, a remojar el arroz, a planchar los pantalones, a terminar la trenza, a correr detrás del camión, a trabajar donde puedan y donde les paguen por hacerlo. El país de muchas mujeres y hombres que duermen poco porque cargan con mucho. México, es más que la corrupción, que el narcotráfico, que la injusticia social y jurídica. México es corazón, lucha, entrega ,pasión, ¿En qué otro país se vive como en el nuestro, con 50.00 pesos al día y todavía se jactan en decir que somos flojos,oportunistas? Ya basta mexicanos despertemos y mostremos al mundo de lo que estamos hechos, de garra, de fuerza, de amor.

De allí que se vuelva imperativo celebrar a aquellos que están en la lista de quienes mueven a México, y al mismo tiempo reflexionar en lo mucho que falta por hacer. Pensar en un México menos cupular y más ciudadano. Menos elitista y más democrático. Menos interesado en retener las oportunidades insólitas que tienen algunos y más interesado en crearlas para otros. De lo que se trata, en esencia, es de cambiar la forma geométrica del país. Pasar del triángulo al rombo. Crear una amplia clase media poblada por personas con voz, con derechos, con oportunidades para generar riqueza y acumularla. Crear mexicanos, emprendedores, educados, competitivos, meritocráticos porque el país les permite serlo. Crear un sistema económico que promueva la movilidad social en vez de permitir la perpetuación de obstáculos que la inhiben.

Y vivir todos los días con esa lista de lo mejor y lo posible para así pelear contra la lógica enraizada del “por lo menos”: “por lo menos hay paz social; “por lo menos” la pobreza extrema ha disminuido un poco; “Por lo menos no ocupamos el último lugar en las evaluaciones PISA de educación”. Hoy, la lógica compartida del “por lo menos” equivale a una defensa de la mediocridad. Equivale a una apología del status quo que beneficia a pocos y perjudica a muchos. México sólo será un país mejor cuando sus habitantes dejen de pensar en términos relativos y empiecen a exigir en términos absolutos. Cuando se conviertan en profetas armados con una visión de lo que podría ser. Cuando empuñen lo que Martin Luther King llamó “coraje moral”. Cuando vociferen que los bonos sexenales y la rapacidad de los sindicatos y la educación atorada y el desempleo constante y la inseguridad lacerante son realidades que ningún mexicano está dispuesto a aceptar. Porque si nadie alza la vara, el país seguirá viviendo – aplastado - debajo de ella. Porque si sólo 50 personas exigen que las cosas cambien, nunca lo harán. Porque si los mexicanos siguen habitando el laberinto de la conformidad, sera muy difícil sacudir al país desde allí.

Quienes pueblan esta lista saben que hay tanto por hacer; tanto por cambiar; tantos sitios donde amontonar el optimismo. El optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la inteligencia. El optimismo perpetuo que se convierte en multiplicador.
El optimismo que debe llevar espero – a cada uno de los presentes – a hacer una declaración de fe, como la frase que acuñó Rosario Castellanos. Una filosofía personal para ver y andar, vivir y cambiar, participar y no sólo presenciar.

Una filosofía para compartir la terca esperanza de quien habla hoy y acompaña a los premiados. La convicción inquebrantable de mejorar a México. De restañar a la República. De volver a México un país de ciudadanos. Un lugar poblado por personas conscientes de sus derechos y dispuestos a contribuir para defenderlos. Dispuestos a llevar a cabo pequeñas acciones que produzcan grandes cambios. Dispuestos a sacrificar su zona de seguridad personal para que otros la compartan.

Yo creo que ser de clase media en un país con cuarenta millones de pobres es ser privilegiado. Y los privilegiados tienen la obligación de regresar algo al país que les ha permitido obtener esa posición. Porque para qué sirve la experiencia, el conocimiento, el talento, si no se usa para hacer de México un lugar más justo? Para qué sirve el ascenso social si hay que pararse sobre las espaldas de otros para conseguirlo? Para qué sirve la educación si no se ayuda a los demás a obtenerla? Para qué sirve la riqueza si hay que erigir cercas electrificadas cada vez más altas para defenderla? Para qué sirve ser habitante de un país si no se asume la responsabilidad compartida de asegurar vidas dignas allí? Yo creo en la obligación ciudadana de vivir en la indignación permanente: criticando, denunciando, proponiendo, sacudiendo. Porque los buenos gobiernos se construyen a base de buenos ciudadanos y sólo los inconformes lo son.

Yo creo que muchos de los miembros de esta lista logran hacer cosas extraordinarias. Aquellos que hacen más que pararse en fila y en silencio. Individuos que pelean por los derechos de quienes ni siquiera saben que los tienen. Alejandro Martí, denunciando a los policías cómplices y acorralando a los políticos que los protegen. Carmen Aristegui, lidereando la oposición contra la impunidad y concientizando al país sobre sus efectos. María Elena Morera, sacudiendo a una sociedad altergada y ayudándola a discernir el papel que debería desempenar. Miguel Angel Granados Chapa, defendiendo —con su columna - la humanidad esencial de quienes la han perdido y ayudándolos a recuperarla. Ellos y tantos más, héroes y heroínas de todos los días. Ombudsmans cotidianos.

Yo creo que mientras existan individuos como muchos de los que hoy celebramos – encendidos, comprometidos, preocupados – el contagio continuará, poco a poco, y a empujones como todo lo que vale la pena. El monólogo de los líderes se convertirá en el coro de la población. La exasperación de los ciudadanos construirá cercos en torno a los políticos. Yo creo que un día – no tan lejano, quizás – habrá un diputado que suba a la tribuna y exija algo a nombre de la gente que lo ha elegido. En lugar de mirar con quién se codea en el poder, mirará a quienes lo llevaron allí. Y México será otro país, otro.

Yo creo que eso es posible, pero sólo ocurrirá cuando la fe los mexicanos aplaudidos por la revista “Quien” se vuelva la convicción de muchos. Cuando la crítica fácil se traduzca en la participación transformadora. Cuando la creencia en el cambio se concretice en acciones diarias para asegurarlo. Cuando más mexicanos memoricen las palabras de mi amigo – el empresario y filántropo - Manuel Arango: “El que no sepa qué hacer por México que se ponga a saltar en un solo pie y algo se le ocurrirá”. Cuando saltando juntos logremos, de verdad, mover mejor a México.